Recuperación, Rendimiento, Salud

“Sin agujetas no ha valido la pena”

¿Cuántas veces hemos podido escuchar, e incluso decir, “si no tienes agujetas es porque no estás haciendo ningún esfuerzo” o “sin agujetas el músculo no ha trabajado” Estamos seguros que no solo una, pero… ¿cuán cierto es el “sin agujetas no hay desarrollo muscular”?

¿Cómo se originan las agujetas?

La creencia inicial era que las agujetas eran causadas por el lactato.

El lactato es un compuesto orgánico formado por carbono, hidrógeno y oxígeno que se encuentra los músculos, sangre y algunos órganos y forma parte de diferentes procesos para la producción de energía.

La cantidad de lactato se incrementa conforme la tensión muscular se intensifica y es por eso que se consideraba la causa de las agujetas. Podemos decir que el aumento de lactato provoca una acidificación de la musculatura, que no la causa de las agujetas.

El lactato tiene una vida media de 20 minutos, las agujetas no aparecen hasta 12 y 48 horas después.

Las agujetas son consecuencias de pequeños desgarros en las fibras musculares más pequeñas durante la actividad física.

Los factores que favorecen la aparición de las agujetas son:

  • Secuencias de movimiento poco habituales
  • Entrenamientos intensivos
  • Movimientos musculares negativos (excéntricos)
  • Inversión brusca del movimiento
  • Falta de minerales y de vitaminas

No pain, no gain. O sí.

La hipertrofia muscular (crecimiento y adaptación muscular) requiere de tres mecanismos primarios: carga mecánica, estrés metabólico y daño muscular, siendo las agujetas consecuencia de este último.

No siempre que entrenamos tenemos agujetas y al revés, la aparición de agujetas no es sinónimo de progreso

Uno de los errores más peligrosos entre deportistas es pensar que no están aprovechando al máximo sus entrenamientos si no sienten dolor. La probabilidad de padecer agujetas está directamente ligado con la forma física de cada persona es por esto, por lo que los principiantes son más propensos al estar menos acostumbrados. Este problema irá disminuyendo a medida que el cuerpo va adaptándose y por consecuencia, fortaleciéndose.

De hecho, un sobreentrenamiento que buscar forzar el músculo puede desembocar en rabdomiólisis cuya consecuencia es la liberación de parte del contenido de las células, especialmente mioglobina, al torrente sanguíneo pudiendo causar daños en los riñones.

Como podemos ver, intentar provocar un mayor nivel de agujetas en cada entrenamiento puede retrasar tus progresos y aumentar el riesgo de lesiones.

¿Cuál es para nosotros la clave? Entrenar de forma inteligente, y no más dura e intensa